MuñozConde

CONSULTAS

12 de junio, de 2009

La píldora del día después.

Para hablar de la píldora del día después (o del día siguiente) habría primero que pararse a analizar el "acto médico" por el cual se prescribe, ya que la mencionada píldora (una dosis hormonal que se administra en dos tomas separadas por un corto espacio de tiempo) se entrega "a demanda" del ciudadano que la solicita, sin otra condición que el requerimiento verbal de ese ciudadano al facultativo de turno, y en no pocas ocasiones sin ver siquiera la cara de ese facultativo.

La píldora del día siguiente es, por tanto, una perversión del acto médico, ya que el uso correcto de la Medicina implica todo lo contrario: No administrar más que lo que tiene una indicación médica concreta, y eso es algo que requiere, como mínimo, la confección de una historia clínica y una exploración al paciente. Nada de eso ocurre con este medicamento, que se prescribe a bote pronto, sin haber recorrido el camino previo de: anamnesis, exploración, métodos complementarios para el diagnóstico, y diagnóstico final que pone en marcha el tratamiento conveniente.

Esta anticoncepción hormonal de urgencia, y a la que técnicamente se da el nombre de Intercepción, es una práctica antigua dentro del mundo de la ginecología, y se la puede definir como la administración de una dosis elevada de una hormona sintética, similar a las producidas por el ovario, con el fin de conseguir una alteración en la fisiología del aparato genital femenino que facilite cualquiera de estas tres cosas:

- Distorsionar el desarrollo normal del ciclo mestrual, desplazando o impidiendo la ovulación.
- Convertir en un lugar hostil las mucosas de sus órganos internos para que no pueda llevarse a cabo el tránsito a su través de los espermatozoides.
- Impedir la anidación del huevo (así se llama al resultado de la fusión óvulo/espermatozoide) en el caso de que hubiese ocurrido una fecundación.

En esto consiste de forma resumida la administración hormonal que se conoce como píldora del día siguiente.

Lógicamente esto se realiza tras un coito desprotegido, y tiene como objetivo evitar un embarazo que no ha sido deseado; sin embargo, y bajo el mismo razonamiento, habría que preguntarse también "si acaso este objetivo no debería haber sido frenado en otro momento distinto del proceso".
Este es un caso en el que cabe hacer como reflexión "si no sería mejor hacer una profilaxis de la propia profilaxis".
Para que el tratamiento "funcione" correctamente debe llevarse a cabo antes de las 72 horas posteriores al acto sexual.

El dinero invertido tanto en el propio medicamento como en su divulgación – ¡la de cosas que se podrían hacer con ese dinero! – intenta imponer en el ciudadano la idea de que su práctica es necesaria e inofensiva, ofreciéndole toda clase de facilidades para adquirirla. Sin embargo tampoco aquí las cosas están tan claras, y afrontar el origen del problema, como sería cuestionar si el sexo puede entenderse como una opción en la vida de las personas equivalente a coger el autobús o ir a pie, por ejemplo; o de si el sexo admite de buen grado la "desmitificación" a la que se le quiere llevar, como si fuera igual que comerse una chocolatina (cuando de sobra sabemos que el sexo siempre es "algo más" que solo sexo), no es algo que entre dentro de las intenciones de un sistema cuyo afán parece ser introducir en su menú de cosas políticamente correctas situaciones que luego casan mal con la vida cotidiana de sus ciudadanos.

Una vida cotidiana plagada de situaciones que chocan frontalmente con la propaganda oficial (ésta es una de ellas), y ante las que luego el ciudadano se sorprende de que sean tan diferentes a lo que le han dicho, ya que el Sistema procura que su información no vaya encaminada a explicar la verdad de las cosas, sino a implantar lo que más conviene a la idea que predica. Ideas políticas y cruda realidad suelen discurrir, por lo general, por raíles diferentes.

La píldora del día siguiente arrastra consigo un auténtico muestrario de "falsas verdades" que ahora trataré de destapar ante sus ojos. Tomen nota, porque difícilmente van a tener ocasión de leer lo que viene a continuación en algún medio de comunicación audiovisual o escrito que no sea de los llamados marginales, y aprovecho este momento para mostrar mis respetos y mi agradecimiento a esta revista y a otras parecidas, cuyo mérito principal es la de ser lo que son: Un granito de arena donde publicar verdades que el sistema oculta en un mar de noticias fraudulentas. Aunque también sean un lugar propicio que el sistema utiliza para obtener opiniones contestatarias, y así saber por dónde van los tiros, sin recibir mucho daño a cambio.

La píldora del día siguiente forma parte del grupo de medicamentos "que se entregan sin hacer preguntas". Es posible que en un corto espacio de tiempo el todavía "engorroso" requisito de la prescripción médica se olvide por completo y pase a ser un medicamento de compra directa en Farmacias. Incluso podemos avistar en el horizonte que esto ocurrirá cuando, una vez lanzado el producto, los gobiernos autonómicos de turno (la Sanidad está transferida a todas las autonomías) consideren oportuno quitar la oferta de lanzamiento porque ya "camina sola", y por tanto que la pague un ciudadano al que previamente se le ha hecho adicto a la mercancía.

Estas que vienen a continuación son una serie de cosas que a usted no le han contado – tal vez tampoco usted se atrevía a preguntar- pero que yo si se lo voy a hacer.

La primera de ellas es que la prescripción, o entrega gratuita del preparado, se realiza en la totalidad de los casos sin que sea posible saber si el acto sexual se produjo dentro del plazo de tiempo para el que está indicado: dentro de las 72 horas posteriores al acto sexual. No son pocas las ocasiones, y por una variedad ingente de motivos, en que se recurre a ella pasado con creces este tiempo, cuando ya no es eficaz o incluso podría ser perjudicial si la mujer estuviera ya embarazada. Y así nos encontramos que en un importante número de casos el tratamiento se efectúa - repetimos: sin mayores problemas, al ser un medicamento que se expende "a demanda" - como último recurso cuando ya "falta la regla". Esto hace que recaiga sobre las espaldas de la usuaria un peso añadido a la hora de plantearse si interrumpe voluntariamente su embarazo – ahora ya por un método instrumental -, ya que la píldora del día siguiente tiene una contraindicación absoluta una vez que se está embarazada, sobre todo en el intervalo de tiempo que va desde el día 31 al 71 contados desde el primer día de la última regla, debido a un riesgo poco estudiado aún pero sin duda nada despreciable de provocar una malformación fetal.

Tampoco se controla la posibilidad de que haya sido previamente entregada en varios centros ambulatorios u hospitalarios diferentes, y por tanto que la usuaria, guiada por un afán de resolver su problema a la desesperada, haya ingerido una dosis hormonal excesiva y peligrosa para su salud.

Su entrega "a demanda" impide, además, aprovechar la ocasión para llevar a cabo una exploración genital y mamaria a la paciente, o bien de hacerle una analítica que determine la presencia - o el riesgo de padecer- una Enfermedad de Transmisión Sexual (E.T.S.), o bien de prescribirle o aconsejarle un método anticonceptivo que le evite incurrir en nuevas situaciones de emergencia en el futuro.

Pero lo más significativo, y lo que subyace en el esfuerzo propagandístico empleado en su lanzamiento, es la intención de convertir el sexo y sus consecuencias en algo tan tratable como un simple resfriado. Y esto significa no saber muy bien en qué lugar se encuentra cada cosa dentro de la sociedad. El intento por convertir el sexo en un objeto "transparente" y de consumo - como comerse una hamburguesa, por ejemplo - solo consigue oscurecerlo más todavía, ya que el sexo se ha convertido en la fuente principal de "cuentas pendientes" en la pareja y en lo que más frecuentemente la llevan a la ruptura. Si bien tenemos que tener en cuenta que esto de la ruptura de la pareja, para sustituirla por algo que todavía no sabemos bien qué es, parece haberse convertido en una de las principales intenciones del ordenamiento político en el que vive el mundo occidental. A la píldora del día siguiente se la trata de encuadrar en el grupo de métodos anti-conceptivos; sin embargo esta es otra falacia más, ya que no es del todo cierto, y sí lo es, en cambio, la de ser en un número elevado de casos un método anti-implantativo (que impide la anidación del huevo fecundado), por tanto: un abortivo precoz. Como quiera que esta afirmación es sin duda la que más puede sorprender al lector, por ser la que más contrasta con la "versión oficial", vamos a pararnos un poco en ella porque merece la pena.

Para que la píldora del día siguiente impidiera la ovulación debería ser tomada cuando la ovulación aún no se ha producido. Esto es fácil de entender. Sin embargo, es imposible conocer con exactitud si esa ovulación ha tenido lugar, a menos que se emplee una compleja analítica sanguínea que ni siquiera está disponible en los grandes hospitales de forma inmediata. La administración de la píldora, por tanto, se lleva a cabo "a ojo", sin examen médico alguno a la solicitante, perdiéndose como hemos dicho antes la posibilidad de hacer una exploración y un consejo anticonceptivo que le serían de suma utilidad. Podemos decir que, en este caso, la Administración (realmente el Sistema más que la Administración) se salta olímpicamente la tan cacareada medicina preventiva para – curiosamente, utilizando el argumento "preventivo" - caer de bruces en una costosa (la píldora no es nada barata: 3.500 pesetas la caja) medicina "intervencionista" en toda regla. Teniendo que soportar el ciudadano la cínica alegación de que con este acto se previenen los embarazos, cuando lo primero que habría que cuestionarse es el lugar donde radica el problema, y este lugar no es otro que en una orientación social que favorece el que estos embarazos no deseados se produzcan. Como decía el filósofo español Xavier Zubiri: "Quien no dice toda la verdad, miente". Podemos aplicar aquí la idea que se desprende de su aforismo y decir en este caso: "Quien solo previene una parte de todo lo que podría prevenir no hace prevención, sino estafa"

El espermatozoide es una célula que cuando los fenómenos de la ovulación están presente y existen secreciones adecuadas en el cuello de la matriz penetra "ipso facto" en la cavidad uterina. A partir de ahí realiza un rápido recorrido que en el plazo aproximado de dos horas alcanza al óvulo en las trompas de Falopio. Es en este momento cuando se lleva a cabo la fusión de ambos gametos, fenómeno conocido como fecundación. El ente formado tras la unión de ambas células germinales, óvulo y espermatozoide, tiene ya los mismos genes que tendrá de adulto. Podemos obviar aquí, si queremos, el llamarlo ente o llamarlo individuo, pero al menos debe quedar clara la frase anterior: "tiene ya los mismos genes que tendrá de adulto", y esto es importante que lo tengamos en cuenta porque, sobre la base de conocimientos que hemos aprendido acerca de las palabras gen y genoma como conjunto de cualidades y defectos que albergan la esencia de los seres vivos, una frase como la anterior puede resultarnos bastante reveladora.

Si ante una situación de coito desprotegido en el que hay una ovulación presente no se actúa de forma inmediata, antes de esas dos horas a que antes hemos hecho mención, la fecundación se podría producir de forma inevitable (no es algo que ocurra siempre, ni siquiera cuando se busca pretendidamente), y en este caso el empleo de la píldora del día siguiente (su verdadero nombre tal vez debería ser: "píldora de inmediatamente después, o bien "de lo antes posible", o también "del corra usted todo lo que pueda") la convertiría en un abortivo precoz. La posibilidad de pensar que esta clase de aborto es menos aborto (debido a su pequeño tamaño y a su escaso tiempo de gestación) que si se tratara de un embrión de siete semanas, por ejemplo, es de un cinismo tan grotesco como pensar que es "menos asesinato" matar a una persona "porque es un enano o porque tiene ochenta años".

Pero la situación mediante la cual se puede contemplar en muchos casos a la píldora del día siguiente como un abortivo precoz se amplía todavía más, ya que la ovulación puede no ocurrir en el momento del coito desprotegido, pero sí que lo podría hacer uno o dos días después, y en este caso persiste una alta tasa de fecundidad ya que los espermatozoides tienen capacidad para sobrevivir en el tracto genital todo ese tiempo. En este caso no recurrir a la píldora del día siguiente hasta al cabo de dos o tres días aumentarían las posibilidades de que se produjera una fecundación y su consiguiente catalogación como abortivo precoz.

La píldora del día siguiente no está exenta de riesgos o de efectos secundarios: vómitos, diarreas, dolores de cabeza, etc. Como ya hemos dicho, tomarla cuando ya no es eficaz o cuando falta la regla - algo nada infrecuente - supondría una situación conflictiva pues en esta época la contraindicación para cualquier medicamento es absoluta, y daría lugar - si finalmente no se va a optar por una interrupción voluntaria del embarazo - a una incertidumbre y a una consiguiente angustia más que fundadas acerca de una posible afectación a ese embarazo.

Una vez conocido lo anterior es ahora cuando la usuaria puede elegir si la toma libremente, o pensar – más bien- si acaso no está siendo víctima de una orientación social que bajo el reclamo de su liberación lo que le está introduciendo es un nuevo método de esclavitud. Las cadenas habría que cortarlas mucho antes, no cuando ya están puestas. Es ahora también cuando los ciudadanos pueden exigir a sus gobernantes si no estarán jugando con su dinero y con su salud, y sobre todo si le están contando la verdad de las cosas. Estar a favor o en contra del aborto es una actitud personal, pero lo que no se puede hacer por parte de un sistema político es engañar "de forma oficial" al ciudadano contándole cosas que no son ciertas y convertir a la ciencia médica que debe velar por su salud en un recurso político de conveniencia al servicio de unos intereses.

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